Os propongo un viaje al pasado. Volveros niños de nuevo y explorar y disfrutar de vuestros recuerdos de la infancia. Ojo sólo de los buenos, los que os provocan una sonrisa y una cierta nostalgia. ¿Por qué de repente me viene ésto  a la mente? El primer tema del Retofbc tiene la culpa. Tenemos que escribir un post sobre algún recuerdo de niños desde la perfectiva temática de nuestro blog (reglas para participar). Soy valiente y me atrevo con un Diy de una cama para muñecas que recuerdo con mucho cariño. Mi abuela, una incansable costurera, me la hizo a partir de una caja de galletas con sus sabanas, almohada, colcha y cabecero. Como yo de coser no tengo ni idea, vamos a simplificar la manualidad al mínimo coste y puntada.

Materiales:

  • Caja de zapatos.
  • Papeles decorativos.
  • Whasitape.
  • Cola.
  • Grapadora.
  • Velcro adhesivo.
  • Ropa reciclada.
  • Cinta de doble cara.
  • Cúter y tijeras.
  • Cojín alfiletero.

Estructura de la cama

A partir de una caja de zapatos comenzamos a construir la cama reservando la tapa para dibujar un cabecero y forrarlo con el papel decorativo impregnado en cola. La base de la cama la empecé a dar forma cortando con un cúter unos 3 cms en cada esquina para doblar las solapas hacia dentro. Grapé las esquinas para que se quedaran fijas y por último tapé el nuevo rectángulo con whasitape para que no se vieran las grapas. A continuación pegué con cola el papel decorado a los laterales de caja y reforcé las uniones y esquinas de nuevo con whasitape. Ahora solo falta unir con cinta de doble cara el cabecero y pasamos al siguiente paso.
Mi idea es darle un doble uso a la cama: el descanso del muñeco favorito de mi hijo, George Pig y cajón secreto para guardar lo que queramos si levantamos el colchón-sábana. Vamos a ver como hice este último paso.

¿Dondé está el compartimento secreto?

De una camiseta vieja del dueño de George Pig hice el rectángulo colchó-sábana que servirá como puerta al compartimiento. Coloqué trocitos de velcro adhesivo a lo largo de las solapas forradas con whasitape y en la cara de la sábana. Los que puse en la tela los reforcé con una grapa cada uno para evitar que se despegaran de la tela con tanto abrir y cerrar. Ya tenemos un colchón elástico para que George descanse sus huesos de cerdito después de un duro día de estirones, volteretas y viajes debajo de mesas y sillas así que vamos a darle un poco de calor. La colcha me la saque  de la espalda de una chaqueta de punto que mi marido tenía aburrida en su fondo de armario. Como mi objetivo era coser lo mínimo, aproveché las uniones de los laterales y corte por allí. Saqué aguja e hilo para hacer el único dobladillo de mi obra para cerrar uno de los laterales de la colchas ya que el de abajo estaba rematado por el elástico de la chaqueta. Como quedaba excesivamente larga para la altura de la cama y no quería estar todo el rato quitando pelusa de los bajos, doblé la concha por la mitas y la convertí en un edredón para los duros días de invierno porcino. Mi objetivo final fue buscarle una almuada mullida para que no sufra las cervicales del cerdo y justo encontré la solución en un alfiletero que guardaba en mi caótica caja de la costura, por llamarla de algún modo.
¿Habéis visto lo sencillo que es favorecer el descanso de un muñeco y el entretenimiento de su dueño? No se que pensaría mi abuela al ver mi obra pero mínimo un abrazo me llevaría. Un besito a su estrella en el cielo de las costureras.

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