Como uno de mis propósitos de año nuevo, tengo terminar mi cuento de Sr. Tocino y enterarme como puedo convertirlo en un e-book para subirlo a Amazon. Me quedan casi 11 meses para cumplir este objetivo así vamos al lio que mi cerdido ya tiene ganas de contaros como fue su encuentro con su viejo amigo Carpintero.


Carpintero, el cerdo pulgoso había pasado a la historia. Aquel cerdo negro saltaba, si, pero de alegría y no por no poder soportar el picor de sus antiguas compañeras. Nada más ver la cola de escalera de Tocino, se acordó de él y de su breve encuentro en la granja de la anciana. Además empezó a contarle con pelos y señales como se había librado de las pulgas. Escuchad….
Poco después de irse Tocino y dejar a Carpintero con su engorroso problema saltarín, en una noche fría y lluviosa, el destino llamó a la puerta de la granja. La tormenta había causado un apagón por lo que la anciana llegó a base de tropezones y golpes a la puerta. Por precaución y seguridad, miró por la mirilla. Acto inútil ya que la falta de iluminación exterior no la dejo ver nada. De repente la sombra que llamaba al timbre empezó a tambalearse y se desplomó en el suelo. La anciana abrió la puerta por impulso y arrastro como pudo al individuo al interior. Llevaba una gabardina vieja y una pamela de playa. Carpintero dejó su rincón pulgoso y se acerco a cotillear. Parecía un hombre sano que rondaba los 40. Sus ropas eran viejas pero limpias y lo que más llamaba la atención, era una especie de flautín que le colgaba del cuello. Al cerdito también le llamó la atención empezando a olisquearlo y lamerlo hasta que una mano firme le apartó de él. El hombre había abierto los ojos y se había acurrucado en un rincón de la casa. 
-«No se lo llevará nadie, es mi tesoro. Todo el mundo lo desea pero nadie le da buen uso-murmulló el intruso.
La anciana intentó tranquilizarlo con un tazón de sopa picante que podría revivir a un muerto. Y  eso es lo que hizo con el extraño nada más bebió el primer sorbo. Primero se puso rojo, luego más rojo y después empezó a llorar y vomitar simultaneamente. La anciana al verlo sintió un asco tremendo y también vomito. Carpintero los miraba atónito con pausas para darse un festín con los restos de ambas vomitonas. Después de unos minutos nauseabundos y con el estomago más que vacío, se sentaron en la mesa y la anciana repartió dos refrescantes vasos de inofensiva agua.
Philippo, es como se llamaba el invitado, le contó que lo que colgaba del cuello era un flautín mágico como el del famoso cuento y con la misma cualidad de producir una melodía que hipnotizaba y hacia seguir allá donde fuere. A la anciana se le despertó una de las pocas neuronas sanas que le quedaban y pensó en usar la flauta contra las pulgas de carpintero. Philippo que era un buen hombre aunque algo desconfiado, al final aceptó. La anciana se puso unas orejeras y tapó los oídos de carpintero con dos pañuelos para no seguir el destino de las pulgas. Philippo empezó a tocar una alegre cancioncilla que hizo salir una manada de pulgas de todas las partes del cuerpo de Carpintero. Por suerte para el flautista, la tormenta habiá parado y una majestuosa luna llena iluminaba el campo. La anciana le abrió la puerta y Phlippo y su séquito de pulgas se perdieron en el horizonte. 
Carpintero no cabía en si de gozo. Se sentía tranquilo y extrañamente sólo. La anciana fue «corriendo» a abrazarle. Que bien sienta un achuchón a un cerdo que había estado apartadado, marginado y sin recibir muestras de cariño hacía tanto tiempo. Esa noche durmieron abrazados en la misma cama.
A la mañana siguiente Carpintero empezó a lamer la cara de su dueña pero ésta no reaccionaba. Le mordisqueo las oreja y tampoco paso nada. La anciana estaba demasiado fría e inmóvil para un ser humano..vivo. La tierna y encantadora dueña del cerdo había muerto después de haber pasado la mejor noche de su vida con su fiel amigo porcino. Que descanse en paz, pensó Carpintero. 
Salio de la casa con el objetivo de buscar un nuevo hogar en un día  lleno de luz , cantos de pájaros y olor a campo recién segado. Algo bueno esperaba al cerdo al otro lado de la colina. Bajo la sombra de un árbol se encontraba Philippo, durmiendo después de una dura noche de trabajo. Carpintero le lamió la cara y el hombre que contesto con una sonrisa y una caricia.
-¿Que tal amigo cerdo tu primera noche sin pulgas? ¿Ves aquel pozo a lo lejos? Pues hasta allí guié a todas tus amigas y en su fondo viven ahora. Ven, voy a despedirme de tu dueña y seguiré mi camino. Tengo en mente un proyecto de crear una granja vegetariana que creo que me ayudará por fin a establecer raíces y dejar de vagar por el mundo. 
Naturalmente cuando Philippo vio a la anciana inerte en la cama, comprendio lo ocurrido y después de darla un entierro íntimo en el jardín de la casa, flautista y cerdo se encaminaron hacia su futuro destino..la granja: Philippo’s Paradise. 
Sr.Tocino y familia escucharon atentamente toda la narración de Carpintero que fue completada con la «ocupación» de una granja abandona por el flautista granjero y el cerdo vietnamita para llegar a construir un paraíso donde convivían el cultivo de vegetales y frutas junto a animales que ayudaban al granjero ecologista a mantener y cuidar su granja. Sr. Tocino también puso al día a su amigo de  sus aventuras en Pueblo Bellotas, le presento a su peculiar familia y le comento como había conocido a Sonia y a la abuela Flor. Los pequeños búho-cerdos ya se había escapado a conocer la granja y Owly empezó la ronda de relaciones públicas entre los animales del lugar. Todos estaban contentos de su nuevo hogar. Se despidieron de Sonia y la abuela Flor y se dispusieron a disfrutar de esta nueva etapa de sus vidas.
——————————Continuará en 15 días——————————- 
¿Os habéis quedado con ganas de más? Os invito a leer las lonchas anteriores de Crónicas de Beicon
Nos vemos esta semana con mi participación en el reto pinterest y mi propuesta de maceta decorada para cáctus.
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